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El Retiro

El retiro es uno de los lugares más significativos de Madrid, cuya arquitectura y uso han ido evolucionando a lo largo de su historia. Su origen data de los años 1630 y 1640, cuando el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, le regaló al rey unos terrenos para el recreo de la Corte en torno al Monasterio de los Jerónimos de Madrid. Así, con la reforma del Cuarto Real que había junto al Monasterio, se inició la construcción del Palacio del Buen Retiro. Paulatinamente fue convirtiéndose en lugar público, hasta que en el S.XIX lo adquirió por completo el Ayuntamiento de Madrid. En los años setenta y cuarenta sufrió ampliaciones como la creación del Jardín de la Rosaleda. Acogió numerosas exposiciones de las que quedaron construcciones como el Palacio de Velázquez y el Palacio de Cristal. En la actualidad constituye uno de los “pulmones” de la ciudad de Madrid, además de un espacio disuasorio del constante ruido y estrés.

Cuenta con múltiples jardines, infinidad de estatuas, fuentes, y monumentos conmemorativos, que han ido poblando el complejo y lo han convertido en un museo al aire libre. A continuación comentaremos algunas de estas esculturas que tanto han maravillado al público.

El parque del retiro posee varias entradas, a través por ejemplo de la Puerta de la Independencia se llega en línea recta directamente al Estanque Grande donde se localiza el Monumento a Alfonso XII. A la derecha de este conjunto escultural, se halla la Fuente Egipcia. Fue encargada al arquitecto Isidoro González, con motivo de las reformas que se llevaron a cabo en el parque por orden de Fernando VII, e inaugurada en 1850. Los materiales utilizados para su construcción son ladrillo y granito, creando una fachada decorada con esculturas. A derecha e izquierda aparecen dos esfinges con cuerpo de león y cabeza humana, en cuyo centro superior estaría la estatua de Osiris de la que solo queda el pedestal sobre el que se sostenía. Las esfinges no son las originales, son unas nuevas colocadas allí después de una restauración realizada en 1995. Las anteriores estaban hechas de escayola y se encontraban en un estado lamentable. Bajo esta aparece una hornacina en la que se halla un cántaro con forma de vaso canopo, cuya desproporción entre la cabeza y el cántaro dieron lugar a su apodo de “Fuente tripona”.



En torno a esta fuente hay una leyenda que dice que debido a la influencia de Napoleón (al que le gustaba mucho la cultura egipcia), Felipe IV mandó construir esta fuente. Felipe IV celebraba juegos en los que escondía un tesoro compuesto por monedas de oro y joyas que los nobles tenían que buscar. Uno de ellos nunca se llegó a encontrar, siendo uno de los lugares predilectos para su localización dicha fuente.

Pasando por la Casa de las Vacas, cercana al Estanque, y atravesando la Plaza de Galicia, aparece junto al monumento de los hermanos Álvarez Quintero, el Monumento dedicado a Cuba. Su construcción promovida por el General Primo de Rivera, se comenzó en 1931 motivada por la construcción en la Habana de un monumento a España por parte del General Machado, presidente de Cuba. Con la Guerra Civil se interrumpieron las obras y hasta 1952 no concluyó su edificación. El conjunto está formado por tres cuerpos, el central posee una figura femenina realizada por Miguel Blay, portando en su cabeza un gorro frigio y en su mano una cesta con flores y frutos, indicando la riqueza agrícola de esta tierra. Se trata de una personificación del país. Debajo de estas, recostadas sobre el pilar principal se sitúan las esculturas de Cristóbal Colón del artista Francisco Asorey, y de Isabel la Católica de Juan Cristóbal. Las figuras están realizadas en piedra caliza en contraste con el granito del monumento. Entre medias de ambas aparece un escudo en piedra caliza también, sustituyendo a una escultura que nunca no se puso. En la parte inferior aparecen las proas de las carabelas acompañadas por delfines, y ejemplos de la fauna americana, realizado todo ello en bronce.








Junto al Monumento a Cuba aparece una de las esculturas cuyo significado llama la atención,  es el Monumento a Fray Pedro Ponce de León, hecho en mármol blanco por Josep Miret Llopart, que data de 1966. En ella se representa la figura de Fray Pedro Ponce de León dando una explicación a un niño que se encuentra a su lado con la mano derecha cogida a la misma de Fray Pedro, mientras que la otra está colocada en el pecho del niño para hacerle notar las vibraciones que se producen cuando él habla. Esta imagen idealizada, pretende poner en evidencia  el hecho de que Fray Pedro Ponce de León fue el primero que utilizó la enseñanza oral con los sordomudos. Se advierte su estilo clásico en la armonía de las líneas y perfiles que dan a las figuras una sensación de dulzura y paz. A pesar de esto se nota más detallismo en la composición de las manos, para enfatizar la conexión y simpatía entre los personajes.

Está sustentada en un monolito cuyo arquitecto fue Joan Vidal en el que destacan dos placas con las esfinges de Juan Pablo Bonet y Fray Pedro de León ambas en sendas caras del monolito y realizadas por Josep Marqués Beltrán, un sordomudo vinculado a las actividades de la Sociedad de Socorros Mutuos. Encontramos también una placa dedicatoria, que data de 1935, hecha en bronce que deja constancia de la dedicación del monumento a Fray Pedro Ponce León y Juan Pablo Bonet.

Fray Pedro Ponce de León era un monje nacido a principios del siglo XV responsable de la educación de los niños sordomudos en el Monasterio de San Salvador de Oña.  Un manuscrito antiguo nacional afirma que este solo enseñaba la escritura y que fue el primer profesor de sordomudos, sin embargo por otras fuentes indican que esta labor pedagógica se había realizado ya dos años antes en Italia e incluso en Castilla. Juan Pablo Bonet fue el autor del primer libro moderno de fonética y logopedia, en el que se proponía un método de enseñanza oral de los sordos mediante el uso de señas manuales para mejorar su comunicación.


Estas esculturas son tres de los muchos ejemplos artísticos de gran complejidad que se ven en el Parque del Buen Retiro, la mayoría de ellas con influencia neoclásica que a pesar de ser obras artísticas contemporáneas, reflejan una estrecha unión con el arte moderno.




Bibliografía:



                                                 Alumno: Diana García Díaz       Grupo: 2ºA
Asignatura: Historia del arte contemporáneo.
Grado en: Historia

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